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viernes 6 junio 2025 317 Vistas

Científicos de la UNQ y UNSAM crearon una fórmula clave contra enfermedades respiratorias


El avance argentino optimiza la administración de fármacos respiratorios y promete cambiar el abordaje del asma y la fibrosis pulmonar.

Por María Ximena Perez para la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ


No hace falta estar enfermo para entender lo que significa no poder respirar. Cierre los ojos e intente aguantar el aire por 30 segundos. Ahora imagine vivir así todos los días. Eso es lo que sienten las personas con asma o fibrosis pulmonar: sus pulmones no funcionan como deberían, y cada inhalación se vuelve una lucha.

El problema no es nuevo, pero la solución sí. Un equipo multidisciplinario de investigadores e investigadoras de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), el Instituto Multidisciplinario en Biología Celular (IMBICE), la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), el Conicet y la Universidad de Buenos Aires (UBA), desarrolló un tratamiento innovador que podría cambiar la vida de millones de personas: LipoNAC.

¿Un viejo conocido, con traje nuevo? LipoNAC es una formulación liposomal basada en lípidos del surfactante pulmonar —las mismas grasas que protegen nuestros alvéolos— que encapsula un viejo conocido de la medicina respiratoria: la N-acetilcisteína (NAC). Esta molécula se utiliza hace décadas como mucolítico, antioxidante y antiinflamatorio. El problema es que, cuando se administra por vía oral, sufre una degradación significativa en el tracto digestivo: solo entre un 4 y un 10 por ciento del principio activo llega en forma intacta a los pulmones.

“La droga que usamos, la acetilcisteína, es muy conocida, se usa muchísimo para la tos y es segura. El problema es que tiene una vida media muy corta, es decir, dura poco tiempo en el cuerpo porque es muy reactiva”, explica a la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes, Ignacio Fenoy, doctor en Biología Molecular y Biotecnología de la UNSAM y uno de los autores del trabajo, recientemente publicado en la revista Toxicology and Applied Pharmacology.

La solución desarrollada por este equipo argentino fue utilizar liposomas construidos con fosfolípidos naturales del pulmón para encapsular la NAC y administrarla por vía intranasal. Permite que el medicamento llegue directo a su blanco terapéutico sin degradarse, se libere de manera sostenida y sea absorbido por las células pulmonares con mayor eficacia. “La estrategia de ponerla en un liposoma permite extender su tiempo de vida en el cuerpo. Así, está disponible más tiempo para cumplir su función y además potencia sus propiedades antiinflamatorias y antioxidantes”, detalla Fenoy.

La ciencia, en acción: pruebas y resultados

El estudio evaluó los efectos de LipoNAC en modelos murinos de fibrosis pulmonar y asma. En los ensayos preclínicos, los animales tratados con LipoNAC mostraron mejoras significativas en los parámetros histológicos y funcionales respecto a los que recibieron NAC libre o ningún tratamiento. “El desarrollo de la formulación la llevó adelante Estefanía Morales, que hizo un trabajo impresionante. Gracias a eso pudimos avanzar en los modelos y demostrar que funciona”, destaca el investigador.

En el modelo de fibrosis pulmonar inducida por bleomicina, LipoNAC redujo significativamente la acumulación de colágeno en el tejido pulmonar, disminuyó los niveles séricos de lactato deshidrogenasa, la actividad de la mieloperoxidasa en el líquido broncoalveolar y el TGF-β pulmonar, tres marcadores clave del daño y la inflamación. En otras palabras: menos cicatrices, menos inflamación, más capacidad respiratoria.

En el modelo de asma, basado en sensibilización con ovoalbúmina, LipoNAC disminuyó la inflamación bronquial, redujo los niveles de citocinas proinflamatorias (IL-4 e IL-5), y lo más notable: fue el único tratamiento que bajó significativamente la producción de moco, uno de los grandes enemigos de quienes padecen esta condición.

Nanotecnología hecha en Argentina

“La innovación no está solo en lo que damos, sino en cómo lo damos. No inventamos una molécula nueva: la envolvimos en un sistema que sabe exactamente a dónde ir”, cuenta a la Agencia de Noticias Científicas, Nadia Chiaramoni, investigadora del Conicet y de la UNQ. Y agrega: “La clave fue cambiar la forma de entregar la medicina, no la medicina en sí. Es como tener un buen mensaje, pero con un mal mensajero. Nosotros mejoramos al mensajero”.

Los liposomas no son nuevos en el mundo de la nanotecnología médica, pero lo que hizo este equipo fue utilizar lípidos específicos del surfactante pulmonar, logrando una biocompatibilidad excepcional y una respuesta terapéutica más precisa.

“La EPOC, por ejemplo, está muy asociada con el tabaquismo. Muchos de nuestros adultos fueron fumadores en su juventud, y ahí está el riesgo”, recuerda Fenoy. Y suma: “Las enfermedades respiratorias son muy prevalentes en niños. El asma tiene una incidencia entre el 30 y el 40 por ciento. En adultos baja al 15 por ciento, pero ahí empiezan a aparecer enfermedades como la EPOC, que son cada vez más frecuentes porque la población va envejeciendo”.

La investigación fue desarrollada por Estefanía Morales, Constanza Confino Malecki, Alejandro Maruri, Vanesa Sánchez, Agustina Portu, Alejandra Goldman, Nadia Chiaramoni e Ignacio Fenoy. Todos científicos vinculados a instituciones públicas argentinas, cuyas trayectorias abarcan desde la biotecnología y la ingeniería de materiales hasta la farmacología y la biología estructural.

“Siempre hacer investigaciones que sean interdisciplinarias potencia muchísimo las capacidades y genera trabajos mucho más potentes y más interesantes”, afirma Fenoy, y remarca el valor de trabajar de forma colaborativa en este contexto particular de crisis en ciencia. “Aliarnos entre grupos de investigación donde cada uno puede usar sus capacidades instaladas y sus conocimientos para generar mejores trabajos y mejores descubrimientos resulta fundamental”.

La base está

En una Argentina donde hablar de ciencia muchas veces es hablar de resistencia, estos resultados son más que alentadores. No solo se trata de un nuevo tratamiento potencial para enfermedades crónicas sin cura definitiva, sino también es una prueba de que, cuando se apuesta a la investigación pública, los frutos llegan.

En ese sentido, la nueva formulación todavía debe recorrer el camino de los ensayos clínicos en humanos, pero su eficacia preclínica y su seguridad abren una puerta concreta. La posibilidad de desarrollar un medicamento inhalable, económico y de bajo riesgo para enfermedades que hoy limitan severamente la calidad de vida de millones de personas, no es nada desdeñable.

Cada año, más de 250 mil personas mueren por enfermedades respiratorias crónicas solo en América Latina. Millones más viven atadas a corticoides, inmunosupresores o tanques de oxígeno. Una formulación como LipoNAC podría no solo mejorar los tratamientos, sino también reducir efectos adversos, simplificar la administración y abaratar los costos. “El desarrollo de esta tecnología muestra que en la Argentina hay una base científica sólida, creatividad e innovación”, concluye Chiaramoni.

Fuente: Agencia de Noticias Científicas de la UNQ https://agencia.unq.edu.ar/?p=28901

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