Juan Pablo Regalado tiene 48 años es locutor, periodista, actor y docente universitario en la Universidad Nacional de Avellaneda, ciudad en la que también reside. Una noche al volver del trabajo sufrió un intento de robo por el cual recibió un disparo por la espalda que le causó una lesión medular obligándolo a someterse a quince intervenciones quirúrgicas que le permitieron durante doce años continuar con su vida normal pero en el 2018 comenzaron a aparecer secuelas irreversibles que lo llevaron a perder la movilidad definitivamente.
Lejos de rendirse, retomó sus actividades profesionales y encontró en la actuación una nueva forma de expresión. Desde entonces ha participado en diversas producciones, entre ellas en la serie El Eternauta, en el capítulo 2 “Salgan al sol” Juan Pablo aparece en la escena que transcurre dentro de un vagón de tren, su personaje forma parte de un grupo de personas asustadas que buscan refugio mientras intentan comprender que está ocurriendo a su alrededor. En ese instante Juan Salvo, interpretado por Ricardo Darín, intercambia miradas con el grupo en medio del miedo y el caos.
Además de su faceta actoral, conduce un ciclo de podcast llamado “Al Ruedo Podcast”, un espacio en el que comparte su experiencia como usuario de silla de ruedas y reflexiona sobre los desafíos cotidianos vinculados a la accesibilidad, la autonomía y la inclusión. A través de entrevistas y relatos personales busca generar conciencia, romper prejuicios y aportar una mirada íntima que pone en debate la manera en que la sociedad percibe y se vincula con la discapacidad. Su enfoque invita a repensar estereotipos y a construir entornos más justos e igualitarios.

“Darín como compañero de trabajo es muy generoso, es un tipo que ve todo en detalle también, muy observador”, comenta Juan Pablo refiriéndose a la experiencia de grabación que los unió en aquel set y que, según él, marcó un momento especial en su camino actoral, no solo por haber compartido escena con uno de los actores más reconocidos del país, menciona, sino por lo que significó haber estado allí, frente a cámara, después de todo lo vivido. “Fue un instante de validación de sueños cumplidos y por lo que valió la pena no haberme rendido”, concluyó.
La historia de Juan Pablo es un recorrido lleno de desafíos y símbolo de que la resiliencia no solo implica resistir sino también reinventarse, aprender y avanzar. Su experiencia inspira a mirar hacia adelante porque con mucho esfuerzo y convicción supo transformar el dolor en impulso para construir un camino propio que demuestra que ningún obstáculo es más fuerte que las ganas de luchar por los sueños. Porque cuando la vida cambia de golpe, seguir adelante es una forma de vencer y volver a empezar, aún en los momentos más difíciles.